jueves, 16 de mayo de 2013

Una mirada.

Entonces la vi. Desde el mismo instante en el que sentí su mirada fija, supe que estaba perdido. Intenté gritar, pero las palabras se resistían a salir de mi boca. No podía huir, todos mis músculos estaban paralizados por esa mirada, que ahora se había clavado en lo más profundo de mis ojos y parecía buscar una vía de entrada hacia mi mente. A mi alrededor, caras de estupor que observaban como me acercaba. Estaba perdido, desde aquel día decidí olvidarla y creí que lo había conseguido. Me acerqué a ella, hipnotizado por la intensa mirada de aquellos ojos que tanto había amado tiempo atrás, y que había vuelto a amar tan sólo hacía unos segundos, y el deseo que tenía de verla todo los días cayó tan solo con su mirada, iba a hablarle, a decirle que es la razón de mi vivir, que cada día no dejaba de pensar en ella, que me diera otra oportunidad. Mis sentimientos decían -anda- pero mi mente decía -te va a rechazar- fueron dos segundos de meditación y espanto podría decir. No sabía que hacer la amaba pero no quería que me rechazara, recordaba los momentos juntos que pasábamos y como el uno por el otro nos cuidábamos, Y tomé la peor decisión de mi vida, me dejé llevar por mi mente y no le hablé, me alejé en silencio con una lagrima en mi rostro y no le volví a hablar. Aunque sabía que estaba perdido, todavía tengo la esperanza que volverá, pero si tuviera de nuevo esa oportunidad le diría todo lo que no llegue a expresar, aunque tus sentimientos cambien mi amor por ti jamas va a cambiar y recuerdo ese momento y las lagrimas bailan por mi faz.

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